APATÍA, RAYANDO INDIGNIDAD

Una ciudad, unos mayores, unos padres, unos jóvenes, no pueden dejar en manos de unos muy pocos, que se pueden contar con los dedos de una sola mano, toda la responsabilidad de la lucha contra los suelos contaminados, envenenados, mientras políticos y funcionarios municipales, judiciales y policiales, en vez de estar atentos a castigar a los culpables y defender a las gentes, tienen los cuchillos preparados para degollar al mensajero, porque cuentan de antemano que la gente con su indiferencia es muy probable que los premie.

Puede que no exista en el mundo una salvajada medioambiental como la de Portman y la del Mar Menor Muerto por Asfixia, donde en comandita, un puñado grande, denso y muy bien pagado de asesinos medioambientales acaban de ser premiados en las urnas y social y laboralmente, por haber acabado con toda forma de vida que había, y había mucha, en el Mar Menor Muerto.

Y se da la triste y letal para la sociedad, paradoja, que, los que están gobernando los últimos veinte años y que en modo alguno renunciaron a ninguna prebenda del lado dorado de sus más que bien remunerados cargos, encima han sido recompensados por los mismos ciudadanos que, consideraciones aparte del crimen ambiental que han cometido, son los responsables de que uno de los motores económicos del Mar Menor Muerto, zona turística y de descanso vacacional, haya desaparecido, no ya menguado, sino desaparecido por muchos años, mientras ellos siguen vitoreados y premiados por los damnificados, que no pasan de ser más allá de unos apáticos que prefieren llorar a poner en marcha algo tan contundente y justo como es la acción popular: la unión de las gentes contra la injusticia.

Como las leyes que rigen y obligan a la administración regional o local a la transparencia de datos, en la cortijá murciana no se cumple y no existe poder gubernamental con eficacia al que te puedas dirigir para señalar tan horribles asesinatos con algo que debemos dejar como lo recibimos de nuestros mayores, en todo caso mejorado, pero nunca muerto, matado, la realidad que significa que mucho más de ochenta mil funcionarios (80.000), es muy probable que pasen los noventa mil, para una comunidad de poco más del millón efectivo de moradores, está indicando una situación insostenible a la que no le puede hacer frente ni economía ni democracia alguna aguanta.

Y supuesto que el funcionariado, por su propia idiosincrasia, en España, es un enemigo, salvo honrosas excepciones, del resto de la gente que no somos funcionarios, la Cortijá murciana está en un límite de riesgo de lo público hacia ella, que no es de extrañar que supuesto que ellos, los funcionarios, saben perfectamente la inutilidad en su cantidad y mala calidad, no dudan en matar al mensajero en un egoísmo descontrolado.

Hacia todo lo demencial, lo letal y lo que nos está enfermando muy por encima de estadísticas de otras comunidades, gentes de la calidad humana y la ciencia de D. José Matías Peña Castejón, doctor en Medio Ambiente y Minería Sostenible, que está luchando, prácticamente en solitario, contra la manada de irresponsables que en la función pública han demostrado con holgura que son unos reos de calabozo en cualquier otro país de mayor respeto a lo heredado y a lo que hay que dejar a las generaciones futuras, está siendo, muy al estilo cortijero murciano, puesto en el punto de mira de todo el mal proceder en todos los sentidos que nos ha llevado a la situación aborrecible y de vergüenza en la que nos encontramos, siendo el hazmerreir de gentes y medios de comunicación responsables de fuera del chiringuito cortijero, que está afianzado por esta hermosa tierra que no la están destrozando delante de nuestros indiferentes ojos.

La manifestación en Cartagena sobre el Mar Menor Muerto Asfixiado, tuvo su momento y efecto. Ahora juega en el campo la responsabilidad nuestra no quedarnos parados esperando la respuesta de un funcionariado apático, que agazapados esperan solo dispararle a todo el que quiera simplemente señalar su indecencia laboral y faena.

Salud y Felicidad. Juan Eladio Palmis-

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