El ayuntamiento de Cartagena y Franco

EL AYUNTAMIENTO DE CARTAGENA Y FRANCO

El franquismo se nutrió en origen de gente que carentes de todo tipo de solidaridad hacia los demás españoles que no fueran militares de “coca y estrellas”, o clero que vive en palacios o detrás de fuertes muros, cometieron una horrible y sangrienta traición para el logro de sus particulares y privados objetivos de permanencia social al precio que fuera en sus escalafones y privilegios.

Para algo así, para un egoísmo semejante, se necesita mucha ayuda de otros egoísmos que, en mala hora para España, no faltaron desde casi, prácticamente, todos los países del mundo, porque el clero vaticano, que no se había marchado de los lugares españoles “donde el sol nunca se pone” puso a tope su maquinaria a base de sotanas y de privilegios, que, en mucho, le encanta al género humano las distinciones diferenciales.

Pero ahora, el hecho que un ayuntamiento como el cartagenero, en el que “tirando a muchos” de sus elementos integrantes, se sienten “herederos del franquismo, depositarios de aquellos egoísmos terribles”, no pueden hacer apología de aquellos abusos de pelotón de fusilamiento, desde el momento que ni para empezar gozan del apoyo de aquella incultura casi universal que reinaba en todo lo español, programada por una sociedad que se autodenominaba cívico-religiosa; y que ahora, salvo en estamentos anquilosados en sus muros separadores, caso del Ayuntamiento de Cartagena, mucha parte de la sociedad encuadrada en los mismos territorios citados, les repugna y le avergüenza la existencia de dictadores de la tipología de Franco, que en momento alguno han respetado la vida humana por el logro de su vanidad, escalafón y sueldo.

En un local propiedad comunal de la gente cartagenera, que los habrá que les encante lo de fusilar al amanecer, por un gobierno municipal que ya parte de la “legalina” de que ninguno de los “cuatrotrincas” partidos que forman gobierno han sido votados para disponer de la voluntad popular, pueden estar los componentes del citado “cuatrotrinca municipal” con muchas morriñas de botas altas, juicios severísimos, en tribunales que no dejaron de cubrir con sus sangrientas disposiciones ni un centímetro cuadrado de una España aterrorizada, que escribió las páginas más cobardes y sangrientas de toda su larga historia.

Los denominados Tribunales de Orden Público, creados en 1.963 y eliminados en 1.977, escalón maquillado cara al exterior para fusilar al amanecer sin gasto de papel alguno, proclamada la paz, a los muchos atónitos españoles que estaban encuadrados en la ley de Responsabilidades Políticas de 1.939, con el valor retroactivo que le dio la gana; gentes que fusilaron simplemente porque no habían visto bien la traición al gobierno de España, encuadrando también a masones o comunistas, todo ese submundo increíble de cuajarones de sangre, el “cuatrotrinca” municipal entiende que debe de estar representado y disfrutando de una instalación moderna como es el Batel, local público municipal; por cierto con unas cuentas acorde en claridad con las aguas del Mar Menor Muerto.

La España anterior al franquismo, puede que no fuera una España civilizadora en la referente a producir o fabricar los llamados o conocidos como bienes de equipo; pero no se sabe de conquistador ni de dictador alguno, que todos los años de su vida, una vez alcanzado el poder y tener toda la ayuda mundial para seguir en su sillón rodeado de los estamentos privilegiados por él, dedicara todas sus horas a perseguir y matar por el placer de crear terror.

Y en Cartagena de España, su ayuntamiento, entiende su equipo “legalino” de gobierno, que debe ser rememorado y agasajado.

Salud y Felicidad. Juan Eladio Palmis.

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