EMPRESARIOS DE HABLA ESPAÑOLA

La inmensa mayoría de empresarios de habla española, sector por sector, parece que se les ha comido la lengua el gato, y solamente salen a exhibir su condición de ¿empresarios? a la hora de las subvenciones a la callada, entre sonrisa y sonrisa de complicidad con los políticos de turno.

Cuando mencionamos la palabra empresario, en España, parece adjetivar tan solo a los que se consideran “grandes”, y miran por encima del hombro, enfundados en sus trajes a media y amores a las banderas triunfadoras, a los que ellos llaman pequeños, que, paradoja, son los únicos que realmente son empresarios en España.

Los “grandes” empresarios de habla española, por fuera de los dedicados a la agricultura y a la alimentación, que ese sector es mucho más viejo que la esclavitud, en la mayoría de los sectores modernos, allí y donde se arranque el producto desde la base hasta el final para servirlo, es probable que me sobren dedos y los tenga contados todos los empresarios de habla española que hay.

El sector del automóvil, por citar un sector, es probable que se haga obsoleto quemando combustibles del magma terrestre dentro de unos años, y, todo el mundo hispano, en lo único que ha participado es en montar ingenios de fuera de nuestra red lingüística. Por eso, cuando llega la estrechez, como ahora, y cada mochuelo se va para su olivo, los “montadores” de coches de habla española, que nos han sacado a la gente de la calle más millones, probablemente que jornales han proporcionado, miran a los gobiernos para que les solucione su problema de lo caro que están los trajes a medida y las corbatas de seda natural, y mantener un yate.

Pero es que, cara al futuro, desde que se generalizó el uso del teclado, a mucha gente, que tienen todo el derecho de que les ocurra, les han entrado unas enormes ganas de ser escritores y triunfar en el, desde fuera, atractivo oficio del renglón; pero ese asunto, ese oficio, es harina de otro costal, que ni le interesa a los ministerios de cultura ni a los muchos despachos intermedios.

Y aunque el libro para el sistema español nunca ha sido ni es cultura; y ni los ministerios y sus estaciones de servicio del recorrido estén atentos a ello, lo que viene, o lo que ya está tristemente sobre el sector, ha pillado en pelotas al mundo hispano; y la tecnología on-line (creo que se llama así) está en manos de gente de fuera, y todo el engranaje político con el adjetivo de cultural, en lo que respecta al libro (mi dolor), está de más, porque no hace nada ni por ahora ni por el futuro.

Es curioso que siendo los millones que somos hablando español, ningún ministerio, ningún gobierno, ningún empresario, haya pensado que el día que el mundo sajón diga de pegar un carpetazo y cerrar la ventana de publicación on-line en español, lo mismico que está pasando con las fábricas de coches, puede pasar, perfectamente, y tendremos que prestarnos los libros, solo los que ya hay, entre nosotros, porque nos viene de muy atrás la desidia de que inventen y fabriquen los demás.

Países de la línea de España, son los que han hecho a China grande en el concepto empresarial; pero eso no quite que aquí, a pesar de que no se fabrique ni un calcetín, no tengamos grandes líneas políticas empresariales donde para diferenciarse de las líneas sindicalistas, acuden, los empresarios, trajeados y exhibiendo excelentes “pelucos” de los que entienden que marcan la hora de su especial distinción.

Existe una España sin barcos mercantes; y existe una España sin empresarios. Y existe una España que está desfasada en todo, y se le nota ya, mucho.

Salud y Felicidad. Juan Eladio Palmis.

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