Y NO PASARÍA NADA

Y NO PASARÍA NADA

Como el fusilamiento sería a “tajo parejo” no pasaría nada, porque veintiséis millones de españoles, en el cómputo mundial de habitantes, somos una pelufa de caña que, al no quedar viudas, ni viudos, ni niños ni niñas, al final redundaría en un solemne funeral de estado, con asistencia de las autoridades resultantes, tanto eclesiásticas, militares, como civiles.

Y en una tierra como lo es la cortijá murciana donde pasean libres y con la cabeza alta y los bolsillos repletos de euros los asesinos del Mar Menor Muerto, que siguen disfrutando del aprecio y cariño de sus votantes que se siguen erizando de emoción cuando ven la edificación de La Manga; cuando ven que ellos van a ser los últimos ribereños y pasaran a la historia por eso, por su gran capacidad destructora, cualquier analista sabe que el futuro ya está en el Mar Menor.

Y deduce rápidamente, porque todo el latrocinio se hace a pantalla de televisión abierta, ondas de radio y papel subvencionado y no pasa absolutamente nada, al contrario; que ahora el Mar Menor Muerto es un formidable tesoro para robar dinero con toda la impunidad y el aplauso más cálido que nunca han recibido ni los populares bandoleros de otros tiempos cuando los señoritos violentaban a las sirvientas y los sirvientes con la bendición social y del párroco.

Puede que en otra tierra española, las palabras de fusilar rojos por millones puedan causar sorpresa, indignación y se señalen las justicias con los que las provocan, pero en gentes que vivimos en la cortijá murciana donde siguen paseando sin problema social alguno, al contrario, los que defienden y anhelan la vuelta de la misa a media mañana para que al cura le de tiempo y pueda desayunar como se merece después de venir del cementerio o del patio de la cárcel o del campo de concentración de estar presente del fusilamiento de rojos por si alguno tiene algo de patrimonio que se pueda enajenar, toda esa triste convivencia con la impunidad chulesca franquista, es algo por estas tierras habitual.

Existe una leve esperanza de que algún día, la apología al genocidio, de por sí, sea delito penal. Existe la leve esperanza de que la apología y defensa del genocidio medioambiental, en vez de estar como está ahora mismo premiado y recompensado económica y socialmente, sea condenado con efecto retroactiva en lo referente al Mar Menor Muerto y a la Bahía de Portman.

Y dentro de la esperanza, en la zona de Cartagena nos movemos algunos con la ilusión de que alguna vez nos demos cuenta que una sociedad como la local cartagenera que no respetamos ni la cultura verdadera, que solo tiene un tronco, ni el planeta que pisamos, y que todo está dejado en otras manos porque las nuestras siguen metidas dentro de los bolsillos, no es que al final estamos ya sucumbiendo, sino que hasta nuestros propios descendientes a no tardar no lo echaran en cara con desprecio.

Hay veces que visualizo un programa francés en los que se ven los campos, los pueblos, y el medio ambiente de un país más poblado que el nuestro. Y mirando por fuera de la gastronomía nacional que defiende y cuida, el paisaje, los ríos, lagos, campos, y el cariño y respeto por lo que está viendo, sería un formidable premio castigo para todos estos gallináceos que nos gobiernan y destruyen, el que lo tuvieran que caminar descalzos.

Y muchos mandos y mariachis, perderían las mantecas, juntamente con los millonetis afanados del Mar Menor Muerto.

Salud y Felicidad. Juan Eladio Palmis.

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