SEGUIMOS EN GUERRA CON CUBA, FILIPINAS, PUERTO RICO, GUAM Y EE.UU. DE NORTE AMÉRICA

Entre las grandes chapuzas históricas españolas protagonizada por mi admirada monarquía de la católica España, está la gran vergüenza y el cómplice encubrimiento docente y publicitado de que las islas de Cuba, Filipinas, Puerto Rico, las Guam, se las vendió España a los EE.UU. de Norte América, por veinte millones de dólares.

Y de ese modo y manera, aludiendo a un tratado firmado por España y los citados EE.UU. en París, a día 10 de diciembre de 1.898, la reina de España, doña María Cristina de Habsburgo, segunda esposa de don Alfonso XII, y madre del rey que le dimos el finiquito y el destierro los españoles, Alfonso XIII, bisabuela, por tanto, de Juan Carlos I de España, y tatarabuela del actual rey, como al parecer se le presentaban unas pascuas jodidas de dinero, aceptó y firmó, un acuerdo con los indicados EE.UU. de Norte América, y, a cambio de 20 millones de dólares, España vendió todo el resto de su soberanía, y probablemente de dignidad que le quedaba sobre las islas citadas.

Pero he aquí la cuestión, que su majestad católica (los Habsburgos son en extremo católicos practicantes y muy tirando a la santidad), doña María Cristina, para firmar un acto semejante, tenía menos papeles que un burro robado. Pero, los veinte millones trincados por la realeza, oficialmente para repatriar y aliviar el dolor de los huérfanos de la guerra colonial, o bien es que se quedaron como las nubes atlánticas, enganchadas en la montaña de Gibraltar, o es que los españoles somos gente muy tiquismiquis. Pero el caso es, que, aunque el articulo 55 de la constitución española de 1.876, lo expresaba claramente “El Rey necesita (par el caso la reina) estar autorizado por una ley especial: Para enajenar, ceder o permutar cualquiera parte del territorio español”, los dólares, al menos, se movieron de cuenta en algún banco Usa, a nombre de alguna majestad o señoría.

En reiteradas ocasiones, incluso en la isla de Cuba, platicando con algunos políticos de allí, les he puesto de manifiesto que supuesto el Parlamento Español, en ningún momento ratificó la católica chapuza del denominado Tratado de Paris, y que la firma de la reina no valía para el acto, todo quedó en lo que fue: Una vergüenza más de España a cambio de dinero.

El gobierno cubano, vencedor de la guerra Cuba-España, ni el filipino, ni el de Puerto Rico, ni el de las Guam o Guajan, estuvieron presentes en Paris en aquel diciembre de 1.898, cuando al mejor estilo estadounidense, y al mejor estilo de la casposa derechona española, se colmató el vaso de la indignidad española; puesto que en las hemerotecas, incluso en los archivos municipales de Cartagena, se pueden encontrar noticias respecto a como reembarco a los supervivientes del desastre colonial, mi admirado gobierno monárquico español.

Y ya, en el colmo de la desinformación histórica grandilocuente española, es muy difícil encontrar el documento mediante el cual España, los españoles, en vez de cobrar y repartirse veinte millones de dólares a partir del protocola de París, tuvieron que con sus mantecas y sudores, pagar la deuda de Cuba a los EE.UU. que ascendía a cuatrocientos millones (400 mm.) de dólares.

Y claro, por eso me suelen decir que la Historia no hay que revisarla. Que como está escrita, está muy bien.

Salud y Felicidad. Juan Eladio Palmis

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