PARTIDO CANTONAL DE CARTAGENA

Está claro que en los renglones siguientes, no hay nada personal contra los cuidadores vigilantes de la lápida donde se descompone (puede que ya no quede nada) el Partido Cantonal de Cartagena, propietario de unas siglas políticas de un entusiasmo popular único, de un tiempo que no volverá, porque para que vuelva un tiempo con la dignidad del tiempo y el hecho cantonal, se necesitan unas hombrías y unas mujerías, que ahora ni están ni se esperan en la ciudadanía de una Cartagueto llorona.

Por ser un partido, el Cantonal Cartagenero, que tuvo un honroso olor a república federal; Y, pudiendo existir monarquías, caso de España, todas extranjeras; y, encima teniendo un Estado, el Vaticano, el más rico del mundo, incrustado dentro del Estado Español, da para muchas teorías políticas; algo que enloquece de placer al español medio, alto y bajo, que todavía se cree que la República es mala, y que la sanidad universal y gratuita, como es comunista, es nefasta para el hombre y la humanidad.

Pero el motivo básico de estos renglones, es la lástima que uno siente de que algo bonito que podía tener Cartagena, para seguir siendo Cartagena y no Cartagueto de Murcia o de España, es que existiera en la realidad de gestión trabajo e ideología, un partido Cantonal, reflejo del tiempo de mayor sacrificio y honra cartagenera. Y el que se ha querido y, probablemente, se ha logrado apartar de un manotazo de la idiosincrasia cartagenera tan formidable hecho, que no huele a localismo nacionalista: el cantonalismo.

El Partido Cantonal Cartagenero, vigilado a tope para que su osamenta ni se mueva bajo la poderosa lápida que lo tiene enterrado, precisamente por su condición de ser algo que le otorga dignidad a la gente de la calle, reflejo de una época brillante en valores personales cartageneros, ha sido sustituido por otras aparentes ideologías, que no sé bien (o sí lo sé, pero no me da la gana publicarlo) lo que le pueden haber dado de positivo a España, cosa que dudo mucho, pero a Cartagena la han jodido, la tienen jodida, y, por los signos que vemos, va muy a peor en jodienda.

Y lo bonito del caso, es que la ideología cantonal, es una ideología encarnada en la dignidad de la gente de la calle; y nada tiene que ver con derechonas casposas, con izquierdas furibundas, o con sectas meapilas, desde el mismo momento que la ideología cantonal es simplemente ser ciudadano y solidario; Y que la mayoría social, con distribución equivalente, procure el bienestar de una zona, de una localidad, sin entrar en competitividad con nada.

Simplemente porque es algo de lo más positivo que puede tener una ciudad luminosa como lo fue Cartagena, que desde los años fin de los setenta del pasado siglo en adelante hasta nuestra actualidad, se han necesitado de más de cuarenta años para convertirla en un triste gueto, haría falta un partido que fuera cartagenero; pero con la dignidad de aquella época cantonal, porque a Cartagena no le ha ido bien ni con la derecha derechona, ni con el socialismo mudo; Y, lo único bueno que tiene, la Universidad Politécnica, que puede generar cimientos, la trajo el Partido Cantonal antes que lo metieran en un lápida a pudrirse, porque lo de que los enterrados están durmiendo, es un cuento eclesial más.

Ya le gustaría a otra ciudad española poder presumir de un pasado popular del que poder sentirse orgullosa como lo tiene reciente Cartagena; mientras en Cartagueto, hoy por hoy, todo lo que su publicita son lágrimas y llantos.

Pero hacer: Pan, pijo y habas.

Salud y Felicidad sin covid. Juan Eladio Palmis

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