CUANDO CARTAGENA AGRANDÓ ESPAÑA

Y bajo la dictadura de la alcaldesa Pilar Barreiros, de la mano, cómplice para los hechos que vamos a relatar, de todos los partidos políticos de entonces, y del silencio cobarde de los actuales, un hecho triste, pero honorífico para la ciudad, lo han convertido en algo vergonzoso y vergonzante para todo el que sienta algo por Cartagena.

Y cada vez que paseo por el lugar y veo todo el sucio y oculto negocio que tenía que ser claro y transparente para la ciudad, como barrunto que el abuelo y el padre de mi abuelo materno, tuvieron que ser de aquellos pocos supervivientes cartageneros que después que el gobierno central, para machacar cualquier oposición liberal a la corrupción económica y política imperante fuertemente en España desde la tercera instauración de una monarquía con el apellido Borbón, en la figura de Fernando VII; en la denominada como guerra cantonal, a la Cartagena asolada con más del setenta por ciento de sus viviendas destruidas, y las restantes con desperfectos, como una gracia especial única en el país, el gobierno de España le dio al ayuntamiento cartagenero la propiedad de aquellos terrenos que dentro de su bahía, rellenándolos con los escombros de lo que habían sido sus viviendas, se los ganaran al mar.

Por tanto, el terreno que los cartageneros, a partir del decreto ley del gobierno central de España, de 1.874 generaron un terreno que actualmente va desde el edificio de las Obras del Puerto hasta la Pescadería de Santa Lucía, y limita al norte con la muralla sur de la ciudad, y al sur con el cantil del puerto, es, por tanto, un terreno que no existía; que lo hicieron con su sudor y sus lágrimas aguantadas los cartageneros, y agrandaron territorialmente España en detrimento de la mar.

Y da mucha mala leche que toda la inmensa parcela que se le ganó al mar fuera de la muralla sur, algo cuyo usufructo tiene que ser cartagenero, cuando llegó la dictadura municipal de la alcaldesa Barreiros y todos, absolutamente todos los partidos políticos cartageneros, bailaron a su alrededor babeando y agradeciendo las migajas económicas que la alcaldesa quería darles una vez que la derechona y sus amigos tenían que tomar bicarbonato para pasar las digestiones de sus ingentes comidas económica que todavía continúan, algo así, algo más denigrante para una ciudad, no se puede dar con tanta impunidad y cobardía política y ciudadana como se está dando en Cartagena.

Llevo años reivindicando que el chanchullo de uso y abuso de algo que es cartagenero, porque es un terreno ganado al mar que no existía, esté en manos y administración de gentes y empresas de fuera de Cartagena y la ciudad no reciba un euro como propietaria única de la zona. Y, como repuesta, solo recibo la indiferencia más absoluta, cuando no se vea temor en los ojos de los políticos actuales que tienen un claro y decidido miedo a oponerse a los negocios de los amichis, no los borren de las listas.

En la historia sagrada de Cartagena, donde hechos tan luctuosos como el sabotaje del Parque de Artillería, acto en el que murieron un numero escalofriante de mujeres niños y ancianos que se refugiaban en él, en la publicación local de tan escalofriante suceso, siempre se ha contado una milonga de ver el modo de que todo el sabotaje, se debió a la mala suerte. Y por eso se cubrieron con los escombros con urgencia las victimas y se edificó después sobre sus cadáveres. Y, a otra cosa, mariposa.

Y si hay falta de dignidad social local para aclarar históricamente algo tan criminal, que, a lo mejor tuvo algo que ver con la disolución, por cuarta o quinta vez del cuerpo de Artillería, especialidad militar que como exige estudios, nunca ha sido del agrado del sistema imperante en España de generales a caballo, el recuperar algo, una parcela, que la está sobando, manejando y aprovechándose de ella los amichis, que tiene que producir unas rentas fabulosas, como es propiedad comunal municipal, seguramente no se hará porque los murcianos de la capital no quieren.

Porque el que pasaran por los juzgados parte del elenco municipal hace poco, no fue por lo de la citada parcela, sino que la sociedad cartagenera quería condecorar el trabajo político de sus partidos, que son los primeros en cobrar sus hipotecas por tocarse los cojones y chichis.

Salud y Felicidad sin Covid. Juan Eladio Palmis

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