EL DEFENSOR DE LOS CARTAGINESES

EL DEFENSOR DE LOS CARTAGINESES

Resulta que no existe ningún organismo ni figura personal, cuyo trabajo consista en defendernos de los premeditados, y llevados a cabo, ataques y derribos, única faena, del Lorzas y su tripulación de tránsfugas tragaperras, hacia los cartagineses, que los efectúa con la complicidad total del ayuntamiento cartaginés, y los partidos políticos afincados en Cartagena, gente a los que el gato le ha comido la lengua y solo les queda el gancho en la espalda para arramblar.

Cuando uno ojea la historia que le afecta a gente española de otro tiempo, llega inmediatamente a la conclusión que aquellas gentes de antaño, por ejemplo las de siglo XVIII, en modo alguno se hubiesen quedado tan tranquilos, si en medio de un oscuro, colosal y desconocido destino de cientos y cientos de millones de euros públicos, la cortijá murciana manifieste que teniendo vírgenes y santos milagreros no existe la necesidad de asignar dinero público a la sanidad, sino todo lo contrario, restarle.

Gentes del común, criollos, españoles y nativos, con su cabildo al frente y el defensor de los indios, algo impensable para la trinca municipal actual que encabeza uno de los complots más gigantescos para sumir a la ciudad de Cartagena en la desesperanza y la rabia, por el contrario allá en Paraguay, los denominados Comuneros se enfrentaron con decisión ante la injusticia de los Lorzas del virreinato.

Y lo bonito es que derrotaron a las denominadas pomposamente tropas imperiales, estableciendo las bases de los movimientos adjetivados con lo de Tupamaros o los Comunes, pioneros del proceso de emancipación continental, con muchísimos menos medios que tenemos las gentes del común ahora.

Si el Lorzas y su tripulación de tránsfugas tragaperras, recibiendo la sonrisa abierta de aprobación y complicidad del ayuntamiento cartaginés, no solo por la pandemia, sino por las aplaudidas abundantes listas de espera de clientes para los cementerios, deciden que la sanidad está en la cortijá que le sobran perras por un tubo, y es mejor emplearlas en aprender a jugar al golf, utilizarlas para la salvación eterna, o sisarlas para alegría de los paraísos fiscales, creo que nuestro repuesta como ciudadanos debería ser otra muy diferente a la actual.

Sabemos, sin dramatismos sociales de ninguna clase, que todo el “politiqueo” que tenemos delante de nosotros se ha transformado en una máquina infernal cuyo objetivo base es engordarse ellos, poder robar plácidamente, como lo están haciendo, los fondos públicos y las sobras emplearlas en aquellas orientaciones que piensen que los favorezca en su idea de todos los movimientos golfos del mundo: que dure mil años.

Aquella brava y honesta gente que se lanzó a las calles en contra de los Lorzas de turno, llevaban el convencimiento que da la razón, más la ayuda de su ayuntamiento y el denominado defensor de los indios, para la ocasión José de Antequera; y algo así, tan honesto y fundamental para la vida en sociedad, sería impensable en Cartagena donde el peor enemigo para nosotros los vecinos es el ayuntamiento, y en segundo término el Lorzas de Murcia y su tripulación de tránsfugas tragaperras.

Algo tan sencillo como dejar de ir a votar y no seguir engordando y rodando la pelota llena de fango de otra etapa vil española como lo fue durante el reinado de Fernando VII, es un procedimiento pacífico para que todo esto se aclare.

Porque si está feo y doloso el descontrol sisado de los fondo públicos en la cortijá murciana, resulta cabreante que encima la hagan sonriendo cachondeándose de todos nosotros.

Salud y Felicidad sin covid. Juan Eladio Palmis.

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