BUSCANDO A LOS ALANOS

BUSCANDO A LOS ALANOS

(Escribo sobre esto, porque muchos estamos cansados que con el dinero nuestro, nos engañen todos los días desde unos medios de comunicación, peores aún de cuando tuvo que surgir Radio España Independiente, Estación Pirenaica, para poder conocer algo de la verdad de la actualidad)

A la católica leyenda histórica que ha sustituido a la verdadera Historia de la Península Ibérica, el hecho de hacer desaparecer a un pueblo entero, a un conglomerado o un racimo de gentes que se denominan todavía como Alanos, le proporcionó a una gran correlación a la trama de desarrollar en su momento la leyenda irreal que significa la crónica católica ibérica o española.

Aunque en las islas afortunadas o Canarias, los guanches, los naturales isleños, eran gentes alanas de aquellas que juntamente con Suevos (que se establecieron en la actual Galicia Ibérica), Vándalos (que se establecieron en la actual Andalucía Ibérica), y Alanos en el sur ibérico y saltaron el actual Estrecho de Gibraltar, con el objeto clerical partidista posterior de desarrollar en la citada leyenda hispana las “invasiones” y las “reconquistas” que tanto juego le han dado y le siguen dando a los absolutismos católicos que se apoderaron de la verdad histórica española o ibérica, sobre los Alanos, sobre el pueblo alano, lo mejor para conjurar la gran mentira histórica, es o fue, hacerlos desaparecer por el Magreb o el Sahel, de todas las crónicas cristianas inventadas.

Y, haciéndolos desaparecer a todos los alanos, se quedaron los renglones libres de poder anotar lo que más le convino en su momento a los “grandes padres mentirosos” de la Historia de España, escrita con la licencia, permiso, y la bendición previa de su santidad romana.

Y de cuanto aconteció al final del mal llamado imperio romano; aquel final ruinoso como consecuencia que en la Ibérica no había quedado un hombre o una mujer joven que no hubiese sido vendido como esclavo para entretener la brutalidad ubicada en Roma, o sus legaciones, hizo que los hispanos supervivientes se refugiaran en los campos, generando un despoblamiento de las urbes, que, en los renglones de la leyenda hispana simplemente se anotó el hecho como la “Ruralización Hispano-Romana”, adornándola con un tufo o un perfume como si las gentes ibéricas, de pronto, le hubiese despertado la responsabilidad social de cultivar los campos; cuando, en la realidad, se buscaron los lugares campesinos más recónditos y de difícil acceso huyendo de los caza-esclavos romanos, como los alumnos actuales de la que se llamó la “Escuela Panameña”.

Aquella Ibérica vaciada, esquilmada, envejecida de población, incapaz de generar ni los recursos de la más esencial subsistencia, cuando se vio invadida al comienzo del siglo V por los Suevos, Vándalos y Alanos, fue como un resucitar social, supuesto que los llegados se repartieron entre ellos sin problemas todos los territorios Ibéricos peninsulares y los próximos del norte de África en la otra orilla de la mar, regenerando el asolamiento y la ruina que los bárbaros romanos habían ocasionado, que sus herederos, el clero romano, siempre ha dulcificado con mentira tras mentira.

De hecho, el periodo de paz que se vivió en la Ibérica durante el mandato de los treinta y tres Reyes Godos, que hasta la leyenda católica de España ha tenido que reconocer que fueron Reyes Godos de España representando a los ibéricos, de no ser porque el solaje del absolutismo religioso del cristianismo, amasado, amalgamado y felizmente, para ellos, holgando en el seno del proceso que se denominó como romanización ibérica, aún sin apenas resuello provocado por su irresponsable autodestrucción, al mejor estilo de los EE.UU. actual, intentaron por todos los medios desestabilizar la paz Ibérica.

Y el fruto bélico o social de aquellas desestabilizaciones sociales constantes provocadas por el cristianismo, siempre aferrado a su absolutismo que sabe que una parte de la condición humana le encanta el experimentarlo y tenerlo como guía de su forma de que se vea claramente su superioridad; cuando también para los primeros años del siglo VIII, el rey Godo Achila o Ágila II, al comprobar que los cristianos le estaban segando la yerba en sus propios pies y huerto, tuvo que pedir auxilio a sus paisanos Alanos establecidos en territorios del actual Magreb, que, a la sazón en mayoría habían abrazado la fe religiosa islámica, por ser menos exigente con el dinero y los impuestos que el avariento cristianismo avasallador.

Ya lo demás lo tuvieron, y lo tienen, en extremo fácil los herederos de aquel mal denominado imperio romano, porque controlan y han controlado desde siempre, renglón a renglón, todo lo que se publica en español; y, claro está, en momento alguno mencionaron a los Alanos como grupo humano que cabalgó hacia el norte en ayuda de sus paisanos. Y sí, la leyenda religiosa, habla a las ignotas ¿hordas sarracenas?

Salud y Felicidad sin covid-22. Juan Eladio Palmis

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