EL PAN DULCE Y EL PAPA FRANCISCO

EL PAN DULCE Y EL PAPA FRANCISCO

Por supuesto que no voy a atribuirle todo el mérito al papa Francisco, pero si felicitarlo porque al fin y al cabo todo el resultado social y económico, en un porcentaje muy elevado, se debe a la larga cuerda de los suyos, de la cual él es la cabeza o el escalón primero; y, además, infalible.

Se puede escuchar por la bonaerense argentina radio Rivadavia, el tremendo logro económico social logrado por el liberal y democrático capitalismo católico argentino, que para no pecar de inmodestos, los medios de comunicación, tan afectos y convencidos de los grandes beneficios de la Atlanticidad EE.UU., no se hacen eco y lo publicitan en España nuestra derecha, derechona, y los más que barones: machotes libertadores de izquierdas: Felipes, Guerras, Corcueras, Ibarras, Bonos, Pages, etc.etc., porque les da vergüenza haber logrado tanto bien económico en Argentina, con tan solo las cuatro lágrimas de unas mujeres madres, que en vez de estar en sus casa barriéndolas, están dando vueltas por una plaza.

Pero no deja de ser un gran triunfo social y económico del capitalismo católico, del militarismo con universidad abierta en Panamá abarcando toda Iberoamérica, que uno de los países más ricos del planeta en recursos alimenticios para las personas, además de otros muchos más, sus gentes, para celebrar la fiestas del solsticio de invierno, tengan, o puedan tener la inmensa fortuna de poder comprar un pan dulce, lo que en España denominamos un “panetone”, en cómodos plazos todo argentino que tenga avales bancarios suficientes para poder hacerlo.

Y ante semejante triunfo económico y social, que pone de manifiesto que el capitalismo católico lo logra absolutamente todo, un triunfo semejante, lógico que se de en el país situado en el ranquin mundial entre los veinte primeros más favorables para el logro de una calidad de vida para los humanos, que ya se han encargado por la vía de las cosas bien hechas, ante la envidia de la patronal y muchos partidos políticos españoles, en la república Argentina.

De todos modos con el avance comercial de la compra a plazos del pan dulce, solamente disponiendo de aval bancario suficiente, es de suponer que en vista de los logros alcanzados, gente concienzuda y democrática, tal y como lo fue el buen católico francés Napoleón III, pariente del Napoleón, Napoleón, no el coñac sino el emperador, por cierto el último monarca que han saboreado los sosos franceses, que también probó fortuna con tal de gobernar en el sofá con el clero católico como Presidente de la Segunda República Francesa, en cualquier momento se pondría enviar un emperador o un rey, estilo Maximiliano I, a Iberoamérica desde la democrática Europa.

El poder destructivo y egoísta de un sector que no tiene límite para hacer el mal; que nunca por nunca ha recibido tantos aplausos por su maldad, está acabando, lentamente pero sin pausa, con un hermoso planeta mientras solamente habla de otro mundo que lo poco que conocemos de él son un puñado de gusanos que pronto desaparecen, y, en pocos años, detrás de ellos los huesos.

Argentina; toda la América Ibérica, la América Abya Yala, sus gentes, no se merecen nada de todo esto que es el fruto logrado de un trabajo terriblemente bien hecho desde los templos y colegios religiosos, cuarteles, partidos políticos y culatas de fusiles.

Salud y Felicidad. Juan Eladio Palmis

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.