LOS FRANCO CARTAGENEROS

Que no son gente franca; tal y como entendemos a una persona clara y transparente; que se mantiene en la misma línea de solidaridad, sin orgullo fachoso patrio, y con mucho grado de credibilidad a lo largo de su existencia.

Pero existe el franco cartagenero, que puede tener que ver, o no, ver con el sistema político del hambre y el esplendor de la parroquia llamado franquismo; que muchos lo disfrutamos antes y lo seguimos disfrutando en mucha parte de su existencia. Y por él, otros españoles, por millones, se marcharon supervivientes, unos a tropel descalzos y corriendo para que no les dispararan; y otros poco a poco cuando al párroco del lugar le dio la gana de darle el certificado de docilidad social, al extranjero, en razón que, desde la milonga de Covadonga, somos estado pontificio asociado a cojones.

Los citados franco-cartageneros, que son cartageneros que generalmente viven fuera de Cartagena, Cartagueto, para los amigos coloquiales, personalmente son los que me confunden, porque algunos de ellos juegan tanto al despiste que no sé bien si son franquista amantes del franquismo, o francos amantes de Francia; y, como han trabajado y trabajan tan bien para joder Cartagena, no se les nota.

Podía ir enumerando a algunos de ellos en extremo conocidos en varios estamentos de índole nacional donde han triunfado y siguen controlándolos ahora en las sombras; pero, ni el franquismo ha muerto ni el amor por lo francés y por Paris, de donde siguen llegando los niños y la vida, ha desaparecido del culto, democrático, transparente y pujante circulo cartagenero.

Entre los trabajos de desinformación bien logrados ejecutados por la historia sagrada de España, que ha permitido el aplauso a los franco-cartageneros y la realidad del auge desmedido de la franco-solución económica, radica en el hecho de que lo que se ha publicado respecto al franquismo y a los franconismos vigentes, ambos enemigos acérrimos de que Cartagena progrese, porque costó lo suyo arrasarla durante el Cantón y después un mucho a la aviación alemana hacerla añicos, ha sido y sigue siendo como un canto al imperio.

Normalmente, dentro del cariño filial familiar, cuando el nenico da mucho la lata y no deja “pelar la pava” en condiciones de frontera pecaminosa, se le solía decir que se fuera a jugar a la pelota. Los franco cartageneros en vez de mandar a los cartageneros a jugar a la pelota, observaron lo bien que quedaba el darse una vuelta por la Calle Mayor muy de tarde en tarde y darle coincidencia con la fecha de sacar los palos secos a la calle.

Y el hecho de que Cartagena sea un reducto nacional de la radiactividad dañina; el hecho de que Cartagena, como ciudad litoral mayor, se haya cargado por siglos el potencial turístico del Mar Menor Muerto; la Bahía de Portman; haya dejado destruir todas las fortificaciones; entierre las antiguas murallas urbanas; no se haya construido ni un solo buque mercante en sus hermosos astilleros; uno tras otro estén cerrando todos sus comercio; y desde la abadía murciana, con sus diferentes abades a la cabeza, saben que cualquier reivindicación política ciudadana cartagenera no cuenta con ningún apoyo de la bancada franco-cartagenera.

Ni se planta árboles en plan serio; ni se descontaminan los suelos; ni se exige el mismo trato para la ciudad que para otras ciudades de su volumen vecinal; ni se pone a Cartagena en los años que estamos; un tiempo más que suficiente para que el revisionismo histórico nos hubiera llevado a la fácil conclusión de que con los franco-cartageneros de amigos, no necesitamos enemigos.

Porque así ha sido. Y con todos ellos tenemos, y hemos tenido, bastante.

Salud y Felicidad sin covid. Juan Eladio Palmis.

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