CARTAGENA Y EL COMUNISMO

Cuando el sistema socialista denominado popularmente como comunismo, se envilece, la causa principal de ello, o una de las causas más visibles, es el envilecimiento del funcionariado y su impunidad letal para la economía de un país, de una zona, o de una ciudad.

Cartagena, Cartagueto coloquialmente, tiene un funcionariado envilecido, inoperativo, incontrolado, que hace lo que le viene en gana, que no acepta y no recibe correctivo alguno porque los encargados de corregir su inoperatividad, hacen lo mismo: llevárselo limpiamente a su cuenta sin mover un solo papel.

Cartagena, Cartagueto, no tiene un Plan General de Ordenación Urbana, porque el urbanismo municipal no funciona; y no funciona porque desde la propia alcaldía no existe una capacidad de orden que pueda controlar un departamento que ya está viciado en no hacer nada práctico desde hace muchos años, y que la mejor solución sería quitarle todas las competencias y que fuera una sección a extinguir, supuesto que su proximidad al ciudadano, al especulador, en Cartagueto, ha superado al funcionariado en insolencia.

Se pueden ver viviendas en construcción en Cartagueto, que tirándole una plomada, cae la línea en medio de una calle. Se puede ver en Cartagueto que el ayuntamiento, sus más de un millar holgado de funcionarios utilizan la misma táctica que recuerdo con gracejo que me ocurrió en Cuba, en La Habana, en uno de mis viajes de felicidad a la tierra, probablemente más alegre y risueña del planeta, que un funcionariado del estilo actual del cartaguetano, no le favorece en nada.

Solía tomar café en una cafetería por la zona de la Habana Vieja, calle típica y alegre, que disponía de una cafetera de dos brazos para hacer un excelente café, al tiempo que te alegraba la vista viendo pasar el mujerío por la zona.

Nunca solía llevar prisa a la hora de tomar café; pero en una ocasión iba un poco apurado de tiempo, y el mulatón que atendía la cafetera, el polo opuesto en simpatía y eficacia a la mulatica que habitualmente atendía el local, estaba haciendo café para un parroquiano que estaba en el local.

Ante mi urgencia, le rogué que pusiera en marcha el otro brazo de la cafetera, y que, por favor, a la mayor brevedad posible me sirviera el café.

Como me respondió con mucha mala follá que si tenía prisa me viniera a España a tomar el café, aquello terminó en que, después de un intercambio colosal de palabras, le dije gandul; y, como tuve que traducir lo del gandul a que era un flojo y tampoco lo entendía, o no quería entenderlo, el asunto llegó a más y tuve que recurrir a la palabra mágica que en Cuba lo abarca todo pero tiene connotaciones fuertes, cuando le dije que era un comemieldas.

No me valió el hecho que me dijera que él ganaba lo mismo vendiendo un café que cien. No me vale, ni le puede valer a una ciudad, salvo que esté hipotecada y sitiada por el funcionariado tanto municipal, como estatal, como el judicial, que nada funcione como tenía que funcionar. Y una ciudad como Cartagena, Cartagueto para los amigos, no puede ser la única ciudad en toda Europa mediterránea, que por incompetencia de sus políticos, y por el libre albedrío de unos funcionarios “de un solo brazo para hacer café” no disponga de un Plan General de Ordenación Urbana y, todavía no haya sido despojada de las competencias de urbanismo, cuando está contradiciendo todas y cada una de las consideraciones legales por las cuales se les otorga el urbanismo a los ayuntamientos.

Resulta paradójico y sarcástico, que una ciudad que le encanta y le halaga ser conservadora capitalista y anticomunista, porque así se lo manifiestan que lo sea y lo diga sus caciquillos, desconociendo en muchos casos lo que es el socialismo verdadero, está sufriendo en caída en picado la descomposición del socialismo comunista en el hacer de su funcionariado.

Y ya se nota muchísimo en todo.

Salud y Felicidad sin covid. Juan Eladio Palmis

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