EL EFECTO LLAMADA DEL AYUNTAMIENTO DE CARTAGENA.

Pero no el efecto que dicen que trae la patera, que ese ya está organizado con intermediarios financieros más que eficaces, vía directa y efectiva con los propietarios de las fincas agrícolas, y la colaboración de otros sectores por el momento con menos demanda de mano de obra; sino que el efecto llamada que estamos haciendo mención, es el que ha traído a veintiuna Caja de Ahorros de España y de Europa (21) y veintiún Banco (21) a los contaminados suelos de Potasas y Derivados, viendo y escuchando el proceder del muy ilustrado, pillo y fábrica de hacer gandules, ayuntamiento de Cartagena.

El efecto llamada de “negociantes salvadores patrias” del muy ilustre ayuntamiento de Cartagena, trae a la ciudad, junto con lo que ya está establecido, grupos de amichis, en busca y logro de uno de los negocios más rentables para apoderarse del dinero público.

El mecanismo, que hay que investigar y llevar a cabo en todas sus consecuencias y aspectos, de los varios que han existido y, probablemente estén en lista de espera en el citado ayuntamiento cartagenero, consiste en que destilando un tremendo amor por el municipio y por el trabajo de la gente cartagenera, un grupo promotor de suelo o de viviendas o grupo financiero, tienen que ser de reconocido prestigio conservador de toda la vida, y amor a España, en virtud de que el euro es el euro, y el euro público aparenta que no le duele a nadie en la rica cortijá murciana; y menos aún en la cartagenera, adquiere, mediante un pacto entre “caballeros” unos derechos urbanísticos otorgados por los munícipes de Cartagena, en conexión telefónica sin grabadora, con Murcia.

Al no existir un Plan General de Ordenación Urbana que fije el presente y el futuro del suelo y la edificación, entre festejo y festejo, los munícipes de la citada Cartagena, años de atrás, descubrieron una fórmula muy sencilla de trasvasar dinero público a bolsillos que lo agradecen más y se ponen más contentos que cuando están los euros en las arcas municipales, generalmente llenas de telarañas.

A los “amichis” promotores de suelo o de viviendas o puros financieros, se les otorga, mirando; eso sí, por el futuro y el progreso de la ciudad, desde el ayuntamiento, unos “consolidados” derechos urbanísticos, generalmente nada más existentes, los citados derechos, en la cortijá cartagenera, porque en el resto del urbanismos de otras ciudades de España no existen cosas así, en favor del grupo “amichi”.

El grupo promotor amichi, sin arriesgar nada más que el gasto de una comunicación escrita al ayuntamiento exigiéndole sus derechos urbanísticos, y amenazándolo con el juzgado en el caso de que no se los otorgue, el ayuntamiento se acojona, y accede rápidamente a indemnizar económicamente al grupo amichi en la cantidad que solicite, y algún poco más, para que no se cabree y embargue al ayuntamiento entero.

Es de suponer que una maniobra tan burda, tan simple y tan limpia de robar el dinero público, no se haya dado nunca en Cartagena, y los millones y millones de euros pagados hasta el día de hoy en indemnizaciones urbanísticas, todas obedezcan a suelos donde hasta un lego en la materia pueda ver que se le ha ocasionado un tremendo perjuicio económico a una empresa que, con muy buena voluntad, utilizó un suelo solar, para edificar, y, visto lo visto que es más cómodo ganar dinero por la vía de la indemnización, con dinero de vuelta para los actores bajo la mesa, se evitan calentamientos de cabeza.

Como se han dado varios casos con cantidades tremendas en concepto de indemnización en Cartagena, incluso con “apaños” extrajudiciales, no resulta nada perjudicial para el buen nombre de la entidad municipal, y para dejar a los vecinos tranquilos, que se investigue, pero no por una “comisión municipal” sino por la vía judicial, donde se pueda personar una acusación particular en el proceso de clareo de que el dinero que se repartió a los amichis, era legal y les correspondía.

No nos vaya a haber dado Mar Menor, por lo que tenemos.

Salud y Felicidad. Juan Eladio Palmis.

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